PROBIÓTICOS: Bacterias contras bacterias.
Las primeras cepas probióticas en nuestro cuerpo las obtenemos antes de nacer, de nuestra madre, después seguimos obteniéndolos de la leche materna y más adelante podemos encontrarlos en alimentos lácteos.
Definidos por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud del huésped. Son bacterias vivas que viven en nuestro interior.
Entre otras, sus funciones son:
Recuperación de la diarrea producida tras la utilización de un antibiótico o por algunos virus. El probiótico ocupa la superficie mucosa facilitando así la proliferación de las bacterias propias de nuestro organismo.
Funcionan del mismo modo en infecciones vaginales.
Mejoran la digestión, degradando la lactosa, evitando así la acumulación de gases, diarreas etc.
También pueden mejorar los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal y/o la colitis.